martes, 1 de septiembre de 2015

¿Cuán cristianos son los villancicos rumanos? (2)

Hoy seguiré analizando las poderosas imágenes de la segunda mitad del “villancico” que traduje hace unos días y empecé a analizar aquí.
Me había parado sobre todo porque no conseguía adivinar quiénes eran esos “dioses buenos” que el yo poético se encuentra. Tardé un buen rato en identificarlos y lo pude hacer solamente cuando substituí la palabra “buenos” por “blandos” o “pacíficos” – a partir de ese momento los vi con claridad: ¡eran Blajinii (“los gentiles”, “los blandos”, “los compasivos”)!

Familia compartiendo una comida con los antepasados en las Pascuas de los Gentiles.

Blajinii, conocidos también como rocmani o rohmani (el parecido con brahmán no es casualidad) son, según ciertas leyendas rumanas, espíritus de los antepasados que habitan en la otra orilla del Río (Agua) del Sábado – el agua que rodea el mundo de los vivos y lo separa del otro mundo – o  en las Islas Blancas, donde se encuentra el vórtice del mundo. Estos antepasados se conmemoran el primer domingo después del Domingo de Resurrección, durante las Pascuas de los Blajini o las Pascuas de los Muertos, en unas fiestas muy similares en cuanto a ritos a la misma Resurrección. El deber de los vivos es de mantener el culto a los antepasados, de no dejarlos perecer. Los dichos espíritus sólo pueden abandonar su sitio una vez al año, en su fiesta, cuando son “sacados fuera”. El carácter iniciático de las celebraciones de esta época del año es indudable: es ahora cuando tienen lugar los famosos bailes de los Căluşari, que culminan con la purificación por el salto a través del fuego. Así, pues, exceptuando la fecha, todos los elementos relacionados con los “dabruzăi” indican que se trata de los Gentiles. Pero la fecha no supone un problema – se trata simplemente de un cambio moderno del principio del año: antiguamente el año empezaba en primavera, con el despertar de la naturaleza. Una vez desplazado el comienzo del nuevo año a finales de diciembre, las canciones rituales se han desplazado con él – sigue habiendo un rito de paso en el que se invocan los espíritus de los antepasados, se les permite entrar en nuestro mundo para participar a la renovación del tiempo.
 Y hay que añadir a todo esto el nogal, tradicionalmente considerado el eje del mundo (axis mundi), el que une el inframundo, el mundo terrenal y el cielo. En muchas regiones de Rumanía se llevan todavía a la iglesia ramas de nogal justo para celebrar a los antepasados en sus Pascuas, cuando salen de su lugar y andan libres entre los vivos.

Resumiendo, el yo poético se encuentra con los espíritus de tres antepasados, a los que ayuda a salir de su mundo y a penetrar en el nuestro a través del árbol sagrado, para participar en un rito celebrado por una mujer sacerdotisa o chamán.

No hay nada de cristiano en este “villancico”, sino que es la expresión de una tradición mucho más antigua, celebrando el comienzo de un nuevo ciclo en la gran espiral del tiempo.

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